domingo, 23 de septiembre de 2007

Los veinticinco

Revisando algunos blogs, me di cuenta que varias publicaciones aludían a "la crisis de los 25". Generalmente eran hombres que se empezaban a cuestionar todo el paso desde la Universidad a la vida laboral o adulta, con los costos y responsabilidades que eso implica.

Debo reconocer que estoy pasando por una etapa de evaluación y análisis de lo que estoy viviendo, aunque no tiene nada que ver con la edad, porque me pasa casi siempre en este mes de septiembre. En septiembres anteriores he terminado pololeos, he cambiado de carrera, he tomado otras decisiones importantes y perdí al hombre que amé y me amó desde antes de nacer ... mi papá. En fin, este mes suele ser bastante intenso emocionalmente.

Cultural y socialmente cumplir 25 es casi un rito de iniciación a la vida adulta. Generalmente coincide con que todos esperan que (parafraseando a Mark Renton en ese peliculón llamado "Trainspotting") "Elijas una vida, elijas un trabajo, elijas una carrera, elijas una familia, elijas un televisión grande de mierda, elijas lavadoras, autos, reproductores de CD y abrelatas eléctricos. Elijas una buena salud, bajo colesterol y el seguro dental, elijas los reembolsos con interés fijo de la hipoteca, elijas un hogar y a tus amigos" ... ¿Pero por qué yo querría hacer algo así?.

Algunas veces recuerdo los sueños e ideales que tenía hace 10 años atrás y los contrasto con las elecciones que he hecho hasta el momento, y que han determinado mi vida.

En primer lugar, cuando pensaba en mi "hombre ideal", quería que cumpliera con el siguiente perfil: Líder innato, mil por ciento seguro de sí mismo, capaz de llenar todos los espacios, activo social y políticamente, que me acompañara a todas partes y me mostrara el mundo, que me contuviera emocionalmente y me protegiera, que se destacara y sobresaliera en varios ámbitos, medio hiperventilado, sin miedo al ridículo, confrontacional si era necesario, con una enorme capacidad de trabajo y de ahorro, que no se quejara ni abatiera por los problemas (más bien creara estrategias para resolverlos), con carácter fuerte, con capacidad de reconocer sus emociones y expresarlas, además de decir todo lo que pensara sin temor a la opinión de los demás ... era casi Antonio Banderas en "Desperado" o cualquier otro súper hombre rudo de las películas.

Aunque en realidad mi prototipo de hombre de ideal estaba inspirado en mi papá (yo y mi eterno complejo de Electra no resuelto), que debo decir era bastante machista y celoso conmigo, al punto que me mandaba a cambiarme ropa antes de salir si andaba "mostrando mucho". Debe ser por eso que ando siempre probando límites y viendo hasta donde me aguantan, implícita o inconscientemente me gusta provocar y que me "rayen la cancha" de vez en cuando.

Cuando evalúo que pasó con esos sueños, descubro que llevo 9 años enamorada de un hombre que tiene muchas virtudes o cualidades, pero salvo un par de cosas, tiene nada que ver con el perfil. En realidad, a medida que pasó el tiempo, yo terminé convirtiéndome en parte de todo eso. Conversando respecto a este tema con la persona que elegí para compartir mi vida, me decía que yo no podría estar con alguien así, porque me opacaría y yo terminaría estando a la sombra de él. Lo que no resultaría por mucho tiempo porque me encanta ser el centro de la atención, florerito o el alma de la fiesta. Me frustro si no me destaco en el contexto en que me encuentro, sea pega, carrete, estudios, etc.

A su favor, debo decir que con los años he aprendido a aceptar que somos más bien complementarios, ya que él es mucho más paciente que yo, no se urge con las tareas domésticas, es preocupado de los detalles, con mejor sentido de la estética, y en general no me cohíbe ni cuestiona mis locuras o decisiones apresuradas. Más bien me apoya y acompaña cada vez que puede y se siente orgulloso de mis logros ... estaría bueno para "Primer Damo", jajaja. A veces siento que (a propósito de la nueva teleserie del 13) yo soy Lalo y él es Lola. Si supiera cocinar algo más que fideos o fuera al gimnasio sería todo un metrosexual.

A propósito de lo socialmente esperado, ya que él tiene 30 y yo 25, ambos estamos trabajando y llevamos tanto tiempo pololeando, nos han preguntado cuando nos vamos a casar. Yo siempre tengo una excusa: antes era porque estaba estudiando, después porque no tenía trabajo (no me interesa ser mantenida) y ahora es porque no tengo trabajo estable.

La verdad es que he evolucionado desde el "nunca me voy a casar" a "podría ser, pero todavía no", pasando por el "no sería tan mala la idea". Si de algo estoy segura es que no me imagino en la vida con otra persona que no sea él (he conocido varias entre nuestros "quiebres" o "tiempos de descanso", incluso tuve un pololeo largo de 3 años con otra persona, así que hablo con conocimiento del tema) y que lo amo con todas sus virtudes, mañas y defectos. Es la mezcla entre mi mejor amigo, mi cómplice, mi compañero de carretes y mi mayor removedor de hormonas. Además hemos crecido y aprendido muchas cosas juntos, ha sido una relación que nos ha costado construir y hay un montón de sentimientos fuertes involucrados.

Él ya está decidido a dar el siguiente paso, incluso confirmándolo ante sus amigos. El miedo va más por mi parte. Me pasa que sé que tengo varias cualidades, soy jugada en las relaciones, aperrada y todo eso, pero no sé si alguien (además de mi mamá y mi gata) me soportaría tooodooos los días, con mis cambios de ánimo, mis inestabilidades emocionales que van desde el llanto o hipersensibilidad venezolana hasta esporádicos ataques de ira a lo Tony Soprano, intercalado por períodos de hiperventilación a lo Nachito Larraín o bajón a lo Radiohead.

Para que hablar de mis hormonas, que me juegan malas pasadas. Como dice Babasónicos "algunas noches soy fácil, no acato límites" y puedo ser una verdadera yegua. Con esto de tener el olfato tan sensible más de una vez he conocido minos feromónicamente compatibles, de esas atracciones físicas inevitables, y para peor con tipos que les encanta andar tentando. Puede que yo no haga nada, y trate de aplicar autocontrol a full (lo que sucede en el 99% de los casos, afortunadamente), pero igual me mueven el piso. Y si me caso, cómo le voy a decir a mi marido: "Amor, si yo te sigo amando, nunca lo he dejado de hacer, pero me atrae "XYZ" sólo porque mi cuerpo reacciona físico-biológica y químicamente con él, somos absolutamente compatibles y no lo puedo evitar" jajajaj. ¿Me podré extipar los receptores de las feromonas o programarlas para que sean monógamas o fieles con una sola persona hasta que me muera? No quiero terminar llamando al Rumpy o inspirando historias de la serie "Infieles". Por eso sé que jamás podría haber pololeado con un marino o alguien que pase muchos meses fuera.

Un profe en la U dijo que la monogamia era un invento cultural, casi un atentado contra la naturaleza humana. Un amigo me dijo que lo normal debería ser la poligamia ... pero estamos en Chile y la cultura es monogámica, así que tendré que seguir trabajando en eso y canalizar mis energías hormonales hacia algo más productivo. Por lo menos mis sentimientos son fieles y de una sola persona, que es lo bonito y lo importante, ¿no?

Respecto a "elige una carrera, elige un trabajo", me acuerdo que hace 10 años atrás (los 15 también es una edad significativa) no tenía idea lo que quería estudiar, sólo sabía que tenía que ser algo humanista, que me permitiera conocer mucha gente y lugares diferentes. Salí del colegio y continuaba sin decidirme. Con notable puntaje en la PAA (ya no existe , lo que hace que me sienta vieja, jajaja) me aventuré con Periodismo ... no duré ni un año, lo que yo quería era escribir y caché que terminaría haciendo cualquier cosa o escribiendo lo que determinara mi editor (generalmente temas que no me gustaran o no me interesaran) o produciendo programas mulas y fomes como "Me Late" del Vía X (gran descubrimiento ... que pava!!!).

Entremedio me bajó la inquietud social, sentí que quería hacer algo que permitiera entregar mis talentos a otros, personas que necesitaran o estuvieran carenciadas, o no hubieran tenido las mismas oportunidades que yo en la vida. Orientada por un ex pololo (y no por un/a orientador/a vocacional, que hubiera sido lo correcto) me cambié a Trabajo Social, sin saber muy bien de que se trataba. Elegí desde las emociones, no desde lo racional y en el proceso hice grandes amigos y me empezaron a interesar las Ciencias Sociales, empecé a hacer ayudantías, me gustó el ambiente y todo eso, así que me quedé y me titulé (para tranquilidad de mi mamá que ya veía que iba camino a ser como Arturito Longhton, estudiando mil carreras y terminando ninguna).

La verdad es que ni yo asumo muy bien mi profesión, en el sentido de que no ando pensando todo el día en ella ni miro la realidad desde ese paradigma. Se supone que los Asistentes o Trabajadores Sociales son bastante estructural - funcionalistas y andan por la vida diciéndole a la gente lo que tiene que hacer. A mí me pasa que si la otra persona es feliz con su estilo de vida, siento que no me tengo que meter, además de ser demasiado relativa moralmente, para mí nada está mal ni es incorrecto ni disfuncional, jajaja. Lo que me gusta es tener contacto con otras personas y establecer relaciones profesionales de confianza, si puedo ayudar a otros con sólo escucharlos, me siento realizada. Más aún cuando te agradecen o retribuyen la pega de una u otra manera.

Además, hay gente que me conoce desde re chica y piensa que estudié otra cosa, como Educación General Básica o Educación de Párvulos (porque me gustan demasiado los cabros chicos, pero en realidad es porque soy como ellos), Construcción Civil (no tengo idea por qué, pero a mi dentista se le metió eso en la cabeza) o Ingeniería Comercial (yo poh, la más negociante, jajaja).

Eso de "elije un trabajo" no es tan cierto, porque las pegas me eligieron a mí. De ambos lados me llamaron a la casa (literalmente) para ofrecérmelas, sin haber tirado currículum, sin entrevistas ni nada. En Agosto hice algo nada que ver con mi profesión (pero con buena paga, las entrevistas en profundidad la llevan) y este mes empecé con trabajo "de veritas" en lo mío. Lo fome es que mi cuerpo se rebeló y a la primera salida a terreno terminé colapsada y con bronquitis, y en la segunda salida me picó una pulga gigante que me enronchó todo el brazo (no fue muy glamoroso).

Ahora ya me adapté y hasta disfruto andar conociendo Placilla y Playa Ancha, aunque no me deja de impactar la enorme brecha socioeconómica y cultural de este país. Incluso a 5 minutos de mi casa hay personas que aún viven en condiciones indignas, sin agua potable, aislados de todo, en pasajes de tierra y quebradas, con casas que se caen a pedazos y se llueven enteras, comiendo pésimo, hacinados y enfermos, sin acceso a una educación y salud decentes, enormemente deteriorados y con bajas expectativas de vida.

Al principio me afectaba bastante en términos emocionales y psicológicos, ni en mis prácticas había estado tan cerca de manifestaciones tan crudas de la pobreza, ya que es primera vez que trabajo con familias del Programa Puente. En realidad conocí una en mi primera práctica, pero es distinto andar visitando como 7 por día y enterarte de cada historia.

Ahora lo veo desde una perspectiva positiva, y me ha servido para agradecer cada día por todo lo que tengo, en condiciones de vida privilegiadas, con acceso a miles de cosas, la posibilidad de hacer y obtener todo lo que quiero y en un entorno emocional, psicológica y socialmente casi ideal.


lunes, 17 de septiembre de 2007

Aventuras de una porteña en “la capitale” (3ª parte)

(Cartel descubierto en la calle principal de Horcón. Muestra de la creatividad del "shileno choreao con que se estacionen frente a su casa")

Después de este hallazgo gráfico de este fin de semana, terminaré mi trilogía de recuerdos capitalinos, pasados a talla interna con mi "guía turístico y colaborador bloggero".

A mi parecer, lo mejor de una experiencia es obtener algún tipo de
Aprendizajes, y de acuerdo a mi criterio, en este caso fueron los siguientes:

1. Descubrí que no tengo tan mal sentido de la orientación como suponía antes de mi aventura llamada “Cesante ilustrada trepa por Santiago”. Nunca me perdí ni al salir del Metro ni en las calles. Y ya me sé la ubicación de las comunas, el sentido de las avenidas principales, las combinaciones de Metro y las distintas áreas y colores de los buses. Estoy pensando en buscar pega de guía turística de “la capitale”.

2. Aprendí que los gays son re buena onda y gentiles si eres una mina glamorosa, como yo (tooo el rato). Gracias a ellos pude sobrevivir en la Blondie y pasar entre el tumulto existente en el largo camino desde el baño o la barra a la pista de baile. Además de ayudarme a bajar y subirme donde fuese necesario pa ver el show.

3. Que los cuicos no son tan mala onda, si llegas a un local lleno de “pura gente bien y pelolais” nadie se empuja. Y si te cuelas hasta el lado del escenario, nadie reclama y hasta te aplauden con cortesía si se te ocurre lucirte un rato.

4. Que entre 2 Virgos juntos sólo resultan puras incoherencias, risas en cantidades industriales y conversaciones inclinadas a la compulsividad comunicacional. Andamos puro revolucionando y perturbando la tranquilidad ajena, jajaja. Pura candela no más ...

5. Que la comida en Santiago no es tan cara. Es cosa de buscar, y en pleno centro hay almuerzos a luca o luca y media, bastante decentes y ricos.

6. Que por más que lo intenté, jamás pude llegar a la hora a Quilicura. No me resultó ni la combinación metro – bus, ni metro – colectivo. Siempre las filas eran kilométricas. Y eso que cada vez que iba me recomendaban una ruta alternativa, jajaja.

7. Que sale más barato comprar 3 pizzas napolitanas, un ron y una bebida cola en el supermercado que dos pizzas familiares de Telepizza ($10.000). Es increíble como esto de la independencia te vuelve tan eficiente para ahorrar, lo que se traduce en más carretes rentables por semana.

8. Que el Centro Cultural de La Moneda no se caracteriza por “abrir la cultura o aportar en el mayor acceso a ella”. La primera vez que intenté conocerlo estaban las puertas cerradas (aún desconozco el motivo) y la segunda vez con suerte conocí los baños y los pasillos, porque había que pagar para todo. En esos días había una muestra de la cultura croata ($600 la entrada) y sólo había 3 personas sentadas afuera mirando un televisor que mostraba las declaraciones de Tonka Tomicic respecto al tema.

9. Que la gente ABC1 también protesta (no como en Valpo) por el centro. Un día, a la hora de almuerzo, nos encontramos con unos alumnos de un colegio de una comunidad ecológica, defendiendo al río “no sé cuanto”, con lienzos y gritos. Eran puros y puras “pelolais”, pero con pinta de hippies o rastas. Mi pololo me explicaba que ahora salió un nuevo grupo: los abajistas, que son cuicos con conciencia social y que reniegan de su condición porque hay temas que les parecen injustos. Lo divertido es que me lo explicó minutos antes de toparnos con la manifestación.

10. Que la amabilidad de los trabajadores de las pizzerías tiene cierto límite. Uno de ellos, de un local del centro, buscó y llamó varias veces a una persona, que jamás reclamó sus pizzas. Y su reacción espontánea fue poner cara de “odio esta pega y a todos los que comen acá”, acompañado de un “puta la wea” ... fue como “a la shushesuma ...” y ya no le importó que lo escucharan.

11. Que lo mejor de los días de protesta es andar en Metro en la tarde - noche, porque los carros van absolutamente desocupados y más limpios. Lo peor es vivir a una cuadra de la Alameda y tener que pasar por ahí obligadamente, respirando los vestigios de las bombas lacrimógenas.

12. Como aprendizaje personal, descubrí y potencié mi capacidad de revertir situaciones a mi favor, mi capacidad para que otros confíen en mí sin conocerme, mis dotes de entrevistadora (¿por qué no terminé periodismo?) y mi capacidad pa entretener a las personas. Al principio no me querían atender o estaban “muy ocupados o apurados” ... después no querían que me fuera. Estoy pensando en postular al Club de la Comedia o algo así, después de mis monólogos post entrevistas.


lunes, 10 de septiembre de 2007

Aventuras de una porteña en “la capitale” (2ª parte)

En primer lugar, 2 cosas:

1. Agradecimientos miles a mi "colaborador anónimo", compañero de aventuras santiaguinas y mucho más; por las vivencias, datos y recuerdos aportados. Ya encontraré alguna manera de retribuirle ... quizás este fin de semana en Horcón, jajaja. Pal que le interese, el próximo domingo 16 esta "humilde servidora del blog" cumplirá 25 años.

2. Aunque sigo siendo ilustrada, ya no soy completamente "cesante". Desde el viernes pasado estoy inserta en una consultora, trabajando en un proyecto por 7 meses. Pa variar es pura pega de terreno. Ahora estoy conociendo Placilla Oriente, en condiciones un poco extremas (jornadas de 8 horas seguidas, con visitas domiciliarias entre quebradas y calles de tierra, almorzando como a las 7 de la tarde y todo eso). Pero estoy feliz, sobre todo con mi dupla (una ing. agrónoma) y el equipo de la consultora. El trabajo es media jornada, así que soy "media cesante" o "media trabajadora", dependiendo del
negativismo u optimismo con que se mire la situación.

Después de este paréntesis, continuaré con mi relato.

Para Ud. que
se enfrenta por primera vez a la situación de estar trabajando en otra región, especialmente en Santiago, nunca están de más algunos datos útiles, que a más de alguien le pueden servir para que no "pague el noviciado" como esta ex pobre niña ingenua e inocente, no cometa los mismos errores, y si los comete no diga que no se lo advertí antes:

Usted no lo haga en Santiago:

1. Comprar cerveza producida especialmente para un local, de esas con marca propia. Desista de ser innovador y cómprese la misma chela o el mismo copete que se tomaría en cualquier parte. No quiero funar al local, pero la chela era tan asquerosa e intomable, (y eso que estábamos bien curados con mi partner) que parecía remedio, jajaja ... y lo peor es que costaba luca la botella chica!!! Sólo les diré que “es hecha en una destilería del Valle del Maipo y existe en dos versiones: Amber Ale (dark) con 5.2 grados de alcohol, y Pale Ale (wave) de 5.0 grados”

2. Encargar churrasco italiano u otro tipo de sándwich a domicilio, para tomar once, y esperar 1 hora y media que llegue el tipo en moto a dejárselo. Lo peor es que nunca llegó ... Y eso que llamamos para preguntar por la demora y nos dicen (como a la hora después de hecho el pedido) “que iban en camino”. Y cuando desistimos, volvimos a llamar y nos responden “no, si el repartidor fue, pero no había nadie en la dirección” ... ese día estábamos 6 personas en el depto!!! Eso es nadie??? Tampoco quiero dar nombres, pero el local es de Recoleta y tiene unas ofertas 2 X 1.

3. Si va a un “sucucho” de Plaza Baquedano a rematar el carrete, con su nunca bien ponderado pero necesario “shop chico”, y aparece un tipo con guitarra pidiendo autorización de los presentes para cantar (con manager incluido), jamás acepte y exija que dejen la radio encendida. El “artista” resultó ser un cantautor chanta que sólo interpretaba sus canciones que nadie conocía, y si le pedías algo no te pescaba o te decía algo así como “gracias mijito, te llamamos”, pa seguir tocando sus historias incomprendidas.

4. Si lo invitan a un evento gratuito, como Silvestre (grupo del ex baterista de Pettinellis) en el Parque Arauco, por el Sanfic 3: asegúrese que los pasteles que usted acompaña tengan las invitaciones que se requieren, o que por lo menos están bien informados. De lo contrario andará un día festivo - post carrete tóxico - dándose vueltas por un centro comercial, con frío, hambre, caña, sueño y con la llovizna cayendo por su cara, buscando un evento al que jamás podrá entrar, por no saber que pedían invitación.

5. Si lo invitan a un depto. a degustar unas ricas pizzas y combinados de ron, y en el calor de la conversación le da por hablar de música: no se le ocurra (por nada del mundo) transmitir hasta el cansancio de temas, discos, biografía, videos, tocatas, anécdotas y demases de Los Tres con puros fanáticos incondicionales, estando presente una mina que los odia. Se arriesga a ser testigo de una transformación por parte de la fémina, puede empezar con salir al balcón “a fumarse un cigarro”, bostezar, demostrar aburrimiento y terminar ofendiendo agresivamente a cada uno. Y yo que pensé que los temas polémicos o de mal gusto eran política y fútbol ...

6. Si los “primos políticos” con los que compartió tantos días lo invitan a carretear a un local antes de su regreso, no se le ocurra:

- Pedir completos en el local porque quedó picado con el churrasco que nunca llevó el dichoso repartidor a domicilio. Los que pedimos tenían de esa palta falsa o “sucedáneo de palta”, ese que viene en bolsa y tiene gusto a zapallo. Según los presentes, efectivamente lo hacen de zapallo ... pero ¿y el color?.

- Tomar hartos vasos de Brahma Porter, poner temas en el wurlitzer chanta, hacer cosas que después no recuerda y, para colmo, terminar comprando 2 latas de Escudo a $700 cada una en una pizzería de la Alameda, para después con suerte tomarse una. Eso fue demasiado piturriento, pocilgoso y angustiado de chela.

Pronto (para cerrar esta trilogía)... "Aprendizajes"



miércoles, 5 de septiembre de 2007

Aventuras de una porteña en “la capitale”, en plena época del Transantiago.

Prometí que apenas pudiera retomaría mi blog, y aquí estoy cumpliendo. Si escribiera un relato cronológico de mis historias capitalinas, terminaría nunca, porque fue un mes demasiado intenso y la capacidad de síntesis no es mi fuerte.

Así que pensé en dividir mis experiencias en 3 aspectos y enumerar lo más destacable. El primero es referido a Cosas que hice por primera vez y jamás pensé que haría ...

No lo hago ni por “quebrarme” (como pensó una amiga) ni por lucirme. Es sólo por dejar un registro de este mes, ya que la memoria es frágil. Y yo creo que más de alguien se va a identificar con esto de irse solo por primera vez a otra ciudad, a trabajar en lo primero que le ofrecieron.

1. Cuando me ofrecieron hacer unas entrevistas en profundidad en colegios de la IV Región, en ciudades que ni conozco, con traslado, alojamiento y alimentación que debían ser totalmente gestionadas por mí, no la pensé dos veces y acepté. Y lo más lejos que había llegado sola antes era a Santiago, y me iban a buscar al Metro ... Ni se me ocurrió que quizás ya en el terminal ni sabría pa donde ir ni como iba a ubicar las direcciones de los colegios designados, menos donde iba a dormir ... iba a puro “aperrar” no más.

2. Al final me quedé trabajando en Santiago, y nuevamente, puro aperrando, llegué a comunas que no ubicaba ni por jugar a La Gran Capital, como Conchalí, Quilicura, San Bernardo, San Ramón y La Florida (y que jamás pensé que andaría metida allá). Todo gracias a Mapcity, el mapa con las estaciones de Metro y todas las personas que, amablemente, me indicaron formas de llegar a cada lugar, paraderos, combinaciones, calles, colegios y un largo etcétera. Notable la gente que me iba a dejar a las puertas de los colegios “para que no me perdiera” ... todo porque les contaba que era de Valparaíso y andaba con la tremenda mochila. De algo que me sirva ser actriz frustrada ... aludiendo a la empatía del público y la “solidaridad del shileno medio”.

3. Soportar y sobrevivir con honores (casi con distinción máxima) el Transantiasco, incluso en horarios punta, con filas enormes de gente esperando con cara de resignación que pasara la micro y que se detuviera (pa que decir esperar irse sentados, porque eso es milagro), con un suicidio en la Estación Los Héroes, dejando pasar 5 trenes antes de poder tomar algo que tuviera 30 centímetros de piso disponible (o por lo menos que alcanzara a pararme con mis zapatos Nº 38), en vagones carentes de oxígeno y a mil grados Celsius ... pensar que antes me desmayaba de puro ver aglomeraciones de gente.

4. Compartir un departamento con 6 hombres. Claro que la cosa no era “full convivencia”, sólo los ves un rato en la noche o en la mañana, ya que todos trabajan. Además 2 están sólo de lunes a miércoles (se nota harto cuando están, por los carretes y las risas infinitas), uno ni se ve (yo ya pensaba que su existencia era otro mito o leyenda chilena, tipo El Caleuche, La Pincoya o algo así) y otro a veces llega con ganas de conversar, o no pesca a nadie y se encierra en su pieza. Sólo compartí más con 2: uno que está todos los días, incluso fines de semana (es igual de bueno para conversar y hablar incoherencias que yo, por lo que hubo química al 2º día) y la otra persona es demasiado especial para mí. Con él compartí pieza, cama, almuerzos, onces, carretes, cariños, besos, conversaciones, risas, complicidad, apoyo, compañía y un largo etcétera.

5. Convertirme en una verdadera geisha, del tipo “sí mi amor, te espero con el agua hervida pa tomar once y te caliento la comida”. Además de hacerle la cama, el aseo en la pieza y las compras en el supermercado ... lo más divertido es que me gustó el rol, yo que era la mina más independiente y feminista ... ahí me quedó el discurso!!! Llegué al extremo de gastar 2 pasajes de Metro diarios sólo para almorzar con él. Estoy como pa comercial de productos de limpieza o franja comercial onda “sí a la familia, sí a la vida, soy tan feliz con mi marido y mis hijos”. Pero la geisha sólo era desde las 21:30 hrs. a las 09:30 A.M. El resto del tiempo seguía siendo la misma yegua hiperventilada, así que aún no me pierden!!!

6. Reconciliarme con Santiago. Odié esa ciudad casi toda mi vida, y ahora lo pasé demasiado bien en ella y hasta dejé lazos afectivos allá. Pero no cambio el aire puro, las micros desocupadas, las calles enanas, las cercanías entre un lugar y otro, la comida barata y el mar de Valpo. Hasta terminé llorando toda una mañana porque no me quería venir ... tan venezolana yo para mis cosas, conchalevale Licenciado!!!

7. Ver los 2 últimos capítulos de “The Sopranos” sin jamás haber visto la serie antes. Lo mismo me pasó con el final de “Alguien te mira” ... todo por andar de visita. No me podía tapar los ojos.

8. Ir a la Blondie a celebrar el cumpleaños de Madonna, reclamar toda la tarde por los precios del copete, y una vez en el evento, gastarse 10 lucas (además de la plata de la entrada) en puro copete. Notable la animación de Arianda y el look de “Heather” (es mi ídola, definitivamente), el desfile con los trajes de cada uno de los videos (hechos por Ricardo Oyarzún) y las coreografías de los travestis. La “mina” de blanco en patines la lleva!!! Si soy yegua al natural, ese día me contagié y me potencié mil veces más. También hay que destacar la pista de Brit Pop con su mini especial de Blur. Se me caía la baba con Damon Albarn.

9. Reírme hasta la inconciencia con tallas tan ñoñas como:

- Los Tres cantados al estilo Illapu, con una botella de ron como charango

- Cierto personaje que vive en Diagonal Paraguay (gracias por todo el aguante!!!) bailando y cantando como Elvis (como un homenaje por el aniversario de su muerte)

- Una adaptación libre del tema “Restorán” de Los Tres, titulada “Restobar” y que decía más o menos así: “Restobar, papitas y tragos. Restobar, copetes caros. Restobar, música fome. Restobar, sillones shentemen” ... Son harto jugosos los periodistas de medios escritos!!!

- Ciertos personajes contaban que llamaron a un restorán de comida china con reparto a domicilio, a ciertas horas no muy adecuadas y en cierto estado (re tarde y curados), y le preguntan al chino si podían encargar algo, a lo que les respondía “ta celao, ta celao”. Y ellos insistían “pero se puede ir para allá a comer algo?”, “sí, pero ahora ta celao” ... y webearon toda la noche al pobre chino, le pasó por “won” por contestarles poh!!!

- Es que nadie puede preguntar: “Te molesta que coma mientras fumai?” ... Pucha, ya los extraño, “mis primos políticos”. Adóptenme o contrátenme de nana por último, jajaja.

10. Bailar cueca porteña en el Liguria de Manuel Montt, a un centímetro de Titae Lindl, Ángel Parra, Álvaro Henríquez y los viejos ídolos del Cinzano. Y fuimos la única pareja que se atrevió. Fue en el lanzamiento del disco y DVD “Otra noche en el Cinzano”, que tenía puro público ABC1, como el Rumpy y Francisco Pérez Bannen ... y nosotros que fuimos a puro mirar y nos fuimos a tomar a otro lado después ... mussshhhoooo derrosshhhe el Liguria.

11. Andar “de turista” por el Centro Cultural La Moneda y la galería Eurocentro, y pasar por el lado de Felipe Harboe (Subsecretario del Interior).

12. Dormir tantas noches (antes de casarme, jajaja) con alguien que no era mi mamá ni mi gata.

13. Esperar 1 hora en el metro de la U. de Chile (Grande Bulla!!!) a cierto amigo pa ver el partido de Audax con Colo Colo. Sólo por tomarme unas chelas y conversar con él. Lo peor es que me regaló un alfajor y le perdoné el atraso altiro, jajaja.

14. Andar en un mall cuico un día festivo (en vez de descansar) y encontrarnos con Álvaro López (el mino de los Bunkers) y Millaray Viera, vitrineando en una tienda. Y nadie los pescaba!!! Éramos los únicos pegados mirándolos ... ahí se nos notó lo marginales y poco acostumbrados al glamour farandulero.

15. Transcribir 5 entrevistas (de 25 a 40 minutos de duración app.) de corrido y acostarme recién a las 9 de la mañana ... todo por que la linda estuvo casi 2 días más de los que correspondía en Santiago. Pero no me arrepiento, valió la pena el sacrificio y cada hora extra que me quedé es impagable e incomparable.

16. Enamorarme hasta las patas de alguien, incluso de sus defectos, mañas, frases y tallas repetidas. Ahora sé que no me quiero separar más de él ... ¿no ven que ya voy a cumplir 25, edad suficiente para tomar este tipo de decisiones? Creo que hubo un antes y un después de Stgo en esta relación ... “me asusta, pero me gusta”.