lunes, 17 de septiembre de 2007

Aventuras de una porteña en “la capitale” (3ª parte)

(Cartel descubierto en la calle principal de Horcón. Muestra de la creatividad del "shileno choreao con que se estacionen frente a su casa")

Después de este hallazgo gráfico de este fin de semana, terminaré mi trilogía de recuerdos capitalinos, pasados a talla interna con mi "guía turístico y colaborador bloggero".

A mi parecer, lo mejor de una experiencia es obtener algún tipo de
Aprendizajes, y de acuerdo a mi criterio, en este caso fueron los siguientes:

1. Descubrí que no tengo tan mal sentido de la orientación como suponía antes de mi aventura llamada “Cesante ilustrada trepa por Santiago”. Nunca me perdí ni al salir del Metro ni en las calles. Y ya me sé la ubicación de las comunas, el sentido de las avenidas principales, las combinaciones de Metro y las distintas áreas y colores de los buses. Estoy pensando en buscar pega de guía turística de “la capitale”.

2. Aprendí que los gays son re buena onda y gentiles si eres una mina glamorosa, como yo (tooo el rato). Gracias a ellos pude sobrevivir en la Blondie y pasar entre el tumulto existente en el largo camino desde el baño o la barra a la pista de baile. Además de ayudarme a bajar y subirme donde fuese necesario pa ver el show.

3. Que los cuicos no son tan mala onda, si llegas a un local lleno de “pura gente bien y pelolais” nadie se empuja. Y si te cuelas hasta el lado del escenario, nadie reclama y hasta te aplauden con cortesía si se te ocurre lucirte un rato.

4. Que entre 2 Virgos juntos sólo resultan puras incoherencias, risas en cantidades industriales y conversaciones inclinadas a la compulsividad comunicacional. Andamos puro revolucionando y perturbando la tranquilidad ajena, jajaja. Pura candela no más ...

5. Que la comida en Santiago no es tan cara. Es cosa de buscar, y en pleno centro hay almuerzos a luca o luca y media, bastante decentes y ricos.

6. Que por más que lo intenté, jamás pude llegar a la hora a Quilicura. No me resultó ni la combinación metro – bus, ni metro – colectivo. Siempre las filas eran kilométricas. Y eso que cada vez que iba me recomendaban una ruta alternativa, jajaja.

7. Que sale más barato comprar 3 pizzas napolitanas, un ron y una bebida cola en el supermercado que dos pizzas familiares de Telepizza ($10.000). Es increíble como esto de la independencia te vuelve tan eficiente para ahorrar, lo que se traduce en más carretes rentables por semana.

8. Que el Centro Cultural de La Moneda no se caracteriza por “abrir la cultura o aportar en el mayor acceso a ella”. La primera vez que intenté conocerlo estaban las puertas cerradas (aún desconozco el motivo) y la segunda vez con suerte conocí los baños y los pasillos, porque había que pagar para todo. En esos días había una muestra de la cultura croata ($600 la entrada) y sólo había 3 personas sentadas afuera mirando un televisor que mostraba las declaraciones de Tonka Tomicic respecto al tema.

9. Que la gente ABC1 también protesta (no como en Valpo) por el centro. Un día, a la hora de almuerzo, nos encontramos con unos alumnos de un colegio de una comunidad ecológica, defendiendo al río “no sé cuanto”, con lienzos y gritos. Eran puros y puras “pelolais”, pero con pinta de hippies o rastas. Mi pololo me explicaba que ahora salió un nuevo grupo: los abajistas, que son cuicos con conciencia social y que reniegan de su condición porque hay temas que les parecen injustos. Lo divertido es que me lo explicó minutos antes de toparnos con la manifestación.

10. Que la amabilidad de los trabajadores de las pizzerías tiene cierto límite. Uno de ellos, de un local del centro, buscó y llamó varias veces a una persona, que jamás reclamó sus pizzas. Y su reacción espontánea fue poner cara de “odio esta pega y a todos los que comen acá”, acompañado de un “puta la wea” ... fue como “a la shushesuma ...” y ya no le importó que lo escucharan.

11. Que lo mejor de los días de protesta es andar en Metro en la tarde - noche, porque los carros van absolutamente desocupados y más limpios. Lo peor es vivir a una cuadra de la Alameda y tener que pasar por ahí obligadamente, respirando los vestigios de las bombas lacrimógenas.

12. Como aprendizaje personal, descubrí y potencié mi capacidad de revertir situaciones a mi favor, mi capacidad para que otros confíen en mí sin conocerme, mis dotes de entrevistadora (¿por qué no terminé periodismo?) y mi capacidad pa entretener a las personas. Al principio no me querían atender o estaban “muy ocupados o apurados” ... después no querían que me fuera. Estoy pensando en postular al Club de la Comedia o algo así, después de mis monólogos post entrevistas.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno, yo todavía me pierdo en la estación Santa Ana. Es huea que me equivoco siempre cuando trato de cambiarme de metro y termino viajando para el lado equivocado.

Pese a ser tan gay´s, los cabros nos ayudaron harto para subir al peldaño donde vimos a sus congéneres tributar a señora Maddonna.

Definitivamente el Liguria es EL LOCAL de nuestra vida... junto con La Máscara, el Blue, el Coyote Quemado, el...

Si uno busca comida barata en Santiago, tarde o temprano termina por encontrarla. Yo tengo varias picadas producto del ahorro compulsivo.

Ojalá vuelvas luego a Santiago para seguir aprendiendo cosas. Te amo mucho

pOLoLo