Familia ...

Dedicado a mis primos, en especial a "salamara" o "utalina".

Quizás esta sea la publicación más personal y narrativa que haré, pero este fin de semana fue bastante intenso en términos físicos y emocionales.

Jamas pensé que volvería a viajar tan pronto, menos a la VI Región, pero el viernes recibí la noticia que había fallecido mi abuela materna, y ahí comenzó un "largo tour" por Chilito, no tanto por la distancia como por la cantidad de trasbordos y escalas.

Todo comenzó ese mismo día, ya que nos coordinamos con mi prima que vive en Stgo para quedarme en su casa hasta el sábado y viajar lo más temprano posible.

Después de arreglar y terminar algunas tareas domésticas y sociales pendientes (además de cancelar todos mis panoramas de fin de semana largo) me dirigí al terminal de buses, donde el vendedor de boletos me humilló con su pasaje pal 28 de mayo (ícono de la ineficiencia); en realidad más me humilló el auxiliar que me bajó del bus justo al momento de partir (todo porque la muy pava le miró toda la info al boleto, menos la fecha). Mientras esperaba 20 minutos más y maldecía al tarado de la boletería (alguien debería enseñarle a conocer los números y a vender pasajes para el día que el pasajero pide y no para el día que a él se le ocurre), me encontré con un amigo al cual no veía hace más de un año y que siempre aparece en momentos conflictivos, dispersos o nebulosos de mi vida. Él también estaba un poco enrabiado por culpa de la polola, así que hicimos una terapia catártica y volvimos a la normalidad (creo, o dentro de lo posible).

Después de eso mi próxima parada era Maipú, con viaje en metro y un bus del famoso Transantiago, con tarjeta Bip! y todo (ya me sentía la Carmela de San Rosendo, en mi caso de Playa Ancha). Dormí en la casa de mi tía, a la cual no iba hace muchos años y fue inevitable que la cabeza "se me llenara de metáforas, no?" (como diría alguien por ahí) ... demasiados recuerdos de infancia, los que serían como una especie de anticipo de lo que me esperaba para el día siguiente ... y los posteriores.

El viaje continuó el sábado, y gracias a cinco transportes (2 Transtortuga o Transguatazo más 2 buses Stgo - Melipilla/ Melipilla - Las Cabras y el auto de mi tío) por fin llegamos a nuestro destino o última estación: Las Quiscas (para los que no se ubican, queda en El Carmen, un pueblito de Las Cabras, VI Región, zona absolutamente rural).

Esta vez sí que fue un tsunami o avalancha de sentimientos, emociones y recuerdos. Mi familia no se caracteriza por ser muy aglutinada (o "achoclonada" en lenguaje coloquial), pero debo reconocer que hemos estado presentes y reunidos en las ocasiones que lo requieren, y ésta era una de esas, yo creo que una de las más importantes.

Yo no viajaba desde el año 2000, en una especie de "exilio", impuesto por mi madre en un primer momento, y después voluntario, incluso conveniente para realizar algunas actividades extras, aprovechando la ausencia de mi progenitora por varios días.

Mi mamá siempre me decía que mis primos, primas, tías maternas y paternas preguntaban siempre por mí (toda mi familia de origen es de allá) y me mandaban saludos, recordándome con mucho cariño. No lo creí o no lo asumí hasta que lo comprobé empíricamente. Mi llegada era más esperada que el arribo de Cecilia Bolocco al aeropuerto cuando llegó de Miami. Me sentía todo un personaje de la farándula, hasta pensé en haber tenido algún auspiciador o por último un canje, jaja.

Fueron 4 días de sentimientos encontrados, por un lado la pena por perder a un ser querido de la familia, (una de las pocas reliquias o joyitas que van quedando, como diría mi mamá) y bastante significativo para la mayoría, y por otro lado el reencuentro después de muchos años con mi familia extensa (y en su totalidad), además de conocer a los y las descendientes de mis primos y primas (8 en total), tod@s muy tiern@s, hermos@s y regalones. Aunque debo reconocer que tengo mis 2 favoritos, por haber compartido más tiempos y espacios, y porque con su personalidad encantadora es imposible no quererlos, (como dice la publicidad) e incluso adorarlos.

Fue muy enriquecedor comprobar que existe un sello familiar o cierta información que viene grabada en los genes: ese humor que bordea lo bizarro, esa imaginación al límite de lo gore, la ironía y el sarcasmo implícitos en cada frase o gesto, la constante observación y ese lado artístico más o menos desarrollado, incluso las mañas o fijaciones que tan raras nos parecen hasta que nos damos cuenta que se repiten en varios integrantes de nuestra familia. También fue muy emocionante verificar que mi papá sigue más vivo y vigente que nunca, en cada uno de los recuerdos, consejos y enseñanzas que dejó en otras personas, además de cierto legado del que me siento responsable de mantener, en su continuidad.

Con esto del tiempo transcurrido (y la fragilidad de la memoria) me había olvidado de las diferencias entre las zonas rurales y las urbanas, además de las obvias en cuanto a comodidades e infraestructura. Lo más importante es ese cariño entregado en cantidades industriales, esa solidaridad incondicional y desinteresada, esa confianza sin límites en el otro y esa generosidad para compartir lo que tienen y más allá ... como esas comunidades primitivas que alguna vez estudiamos en la U, o ese mundo en el que nos encantaría vivir cada vez que nos sentimos un poco víctimas de la frialdad, egoísmo o individualismo del mundo urbano o "citadino". Hasta quedé "cordialmente invitada" a un bautizo y a un cumpleaños.

En mi mochila traje más que ropa sucia y pan amasado, mi mente y mi corazón volvieron llenos de una nueva energía y la pureza de tan sinceras manifestaciones de afecto. Aunque tengo varios amig@s y relaciones satisfactorias, retomar los lazos y contactos familiares es impagable. Espero que haya sido sólo el comienzo y se mantengan en el tiempo, ojalá la disponibilidad y el presupuesto estén a la altura de mis deseos ...